Tertúlies

Crònica del #bibglop 6 “La Biblioteca transformadora: una Alexandria a cada barri i poble” (14/10/2014), amb Toni Puig

La tertúlia del passat 14 d’octubre inaugurava la nova temporada. Volíem començar-la d’una manera més provocadora, després d’un any d’entrenament ens semblava que era el moment d’incitar una mica més la discussió. Per això vam demanar-li al Toni Puig que vingués a remoure consciències.

I ho va fer, la biblioteca com a lloc de les idees… la lectura com l’eina imprescindible per generar pensament, per inspirar futurs, i per tant compromís ciutadà. El debat amb els assistents va ser viu i en van sorgir idees enriquidores (veure piulades relacionades amb el debat #bibgloptransformador, #ToniPuig1rGlop o aquí).

Toni Puig al 1er Glop

Foto de @CarmeFenoll

Ningú com ell per il·lustrar-ho. Per això, aquesta vegada, ens ha semblat que ho havíem de posar amb les seves paraules i aprofitant que ell mateix ens va enviar el text, el millor era compartir-lo.

La crònica d’aquest Glop, doncs, té nom propi (llegir amb moderació, perill d’estímul!):

 

Bibliotecas, espacios públicos compartidos para la cultura cívica desde la proximidad

Una Alejandría en cada barrio o pueblo

Toni Puig

Todas las grandes civilizaciones, con sus fascinantes ciudades, han construido bibliotecas. Nuestro plural país, para no hacer historia, renace desde las bibliotecas monásticas como motores de repoblación civil en espacios vacíos: la cultura de los libros está en nuestras raíces. Las bibliotecas, pues, han sido y son cosas del alma para las ciudades y pueblos. Y renace, también, desde el trasiego de libros griegos traducidos al árabe desde  el sur califal. Los libros no han cesado de engendrar ciudadanos. Continuarán, sin duda, con canales tecnológicos de última generación. No tengo duda. Porque los libros nos ayudan a pensar: sin ideas no hay ni vida ni futuro. La ciudad enferma.

Mi experiencia en bibliotecas públicas

Descubrí el potencial de las bibliotecas públicas en los sesenta, con el franquismo imperante, en las ciudades del entorno de Barcelona. Con un equipo de amigos y amigas ocupábamos algunos de nuestros sábados por la mañana animando bibliotecas a través de las artes plásticas, el teatro y los títeres, las narraciones orales,… No eran grandes bibliotecas, pero delante había una bibliotecaria que creía que los libros eran indispensables para la democracia.

Después, creo que era a finales de los setenta, descubrí en Mallorca una biblioteca de nueva generación, al estilo de las nórdicas finlandesas siempre referenciales, balanceándose entre biblioteca para la libertad y centro cultural creativo. Intuí que este era su futuro.

Ya en el Ayuntamiento de Barcelona me apunté a la iniciativa de Oriol Bohigas, el que rediseñó urbanísticamente la ciudad para los Juegos Olímpicos: propuso, como concejal de cultura en los noventa, crear una red de bibliotecas en todos los barrios de la ciudad. Le hicieron poco caso. Pronto dimitió como concejal de cultura, pero su propuesta se materializó: con los centros cívicos, las bibliotecas conforman la red para la cultura más sugerente de la ciudad de Barcelona desde los barrios. Me duele que el antiguo mercado de El Born no sea la gran biblioteca que Barcelona necesita.

A finales de los noventa, me invitaron desde Argentina para dar una conferencia ante dos-mil bibliotecarios y bibliotecarias de todo el país, en Rosario, en el marco de un teatro dorado en decadencia. Me la preparé a conciencia. Muchos estaban al frente de pequeñas bibliotecas con vocación ciudadana galopante en pueblos perdidos o barrios difíciles. El público, puesto en pie, aplaudió largamente. Lo viví como un acto de matrimonio con las bibliotecas públicas. Poco tiempo después repetí la experiencia en Bogotá.

En la Bienal de Arquitectura de Venecia de 2012, dedicada al Territorio Común,  uno de los espacios expositivos que más me excitaron fue el dedicado a una biblioteca de revistas de arquitectura. La fotografié con placer y para el recuerdo. Muchos jóvenes hacían un alto para consultar, atentos.

Últimamente he colaborado, ad honorem, con la red de las bibliotecas de Cataluña, la mejor red para estructurar, desde la cultura, un nuevo y diferente país más colaborativo y creativo desde los libros.

Es desde esta experiencia práctica, pensada, priorizada, que trazo algunas notas para que las bibliotecas sean radical y apasionadamente, espacios públicos compartidos para la cultura cívica desde la proximidad: faro y a la vez biblioteca de Alejandría para el pensamiento personal y en común.

Las bibliotecas que me  apasionan y los ciudadanos llenan son:

A) Espacios comunes referenciales e indispensables en los barrios de la ciudad

  1. Porque están abiertos constante e invitativamente a los diferentes: ¡todos y todas son bienvenidos!
  2. En los tiempos vulnerables de la gran transformación donde nos hallamos, las bibliotecas acogen, facilitan interrelaciones, descubren horizontes, inyectan energía y proponen sentido para la vida personal y común.
  3. Y lo hacen desde el compartir y propiciar que los ciudadanos se reenamoren de su vida desde el entorno de los libros que facilitan algo mal visto en estos tiempos: pensamiento crítico y abierto, que siempre excita experiencias otras y barre anemias tontas, imaginando y empujando futuro.
  4. Todo esto en la gestión pública última está poco valorado porque se ha ceñido a la eficacia y a la eficiencia, que vienen después, y ha olvidado el pensar porque se ha lanzado a los brazos del espectáculo desactivado y muy decorativo, hipermediático.
  5. Pensar abierta y audazmente es clave para impulsar ciudadanía despierta, proactiva, inteligentemente creativa y dialogante, colaborativa corresponsable… sin la que no es posible la ciudad común inteligente y desde la voluntad autorresponsable.
  6. Debemos, pues, comprender las bibliotecas como plazas públicas techadas, lugares donde compartir ideas y sentirnos en casa, lugares donde el aleteo de lo improbable necesario se oye con especial fulgor y nos permite cargarnos de civilidad para lo cotidiano.
  7. En las bibliotecas se respira una atmósfera vibrante, sugerente, expresiva, cargada de propuestas, de iniciativas, en un clima de sosiego y un estilo contemporáneo.
  8. Una atmósfera, además, que es la de la ciudad como lugar para la vida en reflexión, imaginación y acción: Alejandría como referencia o una ciudad entorno a las ideas que emanan de una biblioteca. Fascinante.

B) No hay biblioteca pública sin un equipo motivacional

  1. Las bibliotecas que sólo son un almacén de libros con vigilantes deben reinventarse con audacia, expulsando la burocracia conformista e impotente furiosamente.
  2. Porque cualquier biblioteca pública es una fábrica para impulsar y sostener constantemente la vida personal y común, apasionadamente, desde la inteligencia del pensar.
  3. Esta tarea fascinante e indispensable en nuestras ciudades sólo es posible si al frente de la biblioteca está un pequeño equipo, el mismo pensante, innovador, colaborativo y con gusto por lo improbable necesario: sin equipo no hay biblioteca pública.
  4. Este equipo imprescindible es a menudo el problema: en lo público, los equipos relacionales, con iniciativa propia dentro de un marco de valor de ciudad común, lanzados al mañana, confundidos con los ciudadanos, innovadores y emocionantes… son un milagro poco frecuente por la baja calidad de los equipos de gobierno partidizados y por la antigua ley de función pública que prima lo administrativo procesal por sobre los equipos intercomunicados con los ciudadanos.
  5. Necesitamos bibliotecas de equipos con ideas desde los barrios, no estandarizados, altamente sugerentes, que sepan trabajar en equipo de equipos para implicar una multitud plural de organizaciones y ciudadanos en la biblioteca: la biblioteca es la casa común desde las ideas plurales que crean, sostienen y transforman la atmósfera de la ciudad.
  6. Equipos que tengan muy claro que hoy, especialmente, las ideas preceden a Santa Gestión: qué biblioteca queremos es lo primero, lo segundo y lo tercero. Más: qué biblioteca, en concreto, queremos y necesitamos para cada barrio y pueblo. Una biblioteca no personalizada desde las necesidades y retos de los ciudadanos del entorno anda minusválida.
  7. Y practiquemos en ella la gestión pública, que es hacer todas las cosas a través de otros: las asociaciones cívicas y los movimientos sociales preferentemente, ciudadanos creativos y lectores, grupos innovadores, creativos con talento para propuestas con sentido…
  8. El dinero, el tan necesario dinero que a menudo sirve de excusa para hacer poco, viene después en los equipos infatigablemente ciudadanos, que lo encuentran porque lo que proponen desde las bibliotecas son ideas para más vida en la vida común de la ciudad colectiva.
  9. Con el dinero que tienen y que seguro tendrán, el equipo de una biblioteca hace cosas extraordinarias, implicando a gente ordinaria: lecturas compartidas, seminarios y cursos atractivos, cafés para intercambiar experiencias, celebraciones del paso del año motivantes, expos con sentido, espectáculos de pequeño formato con causa, presentaciones de libros y otras mil posibilidades.
  10. Todo lo que proponen, hacen, comparten las bibliotecas es para facilitar que los ciudadanos abran su mente, piensen creativamente y afiancen su voluntad para compartir la ciudad común en avance desde una convocatoria continuada de apuestas siempre chispeantes.

C) Algunas indicaciones a potenciar con ímpetu

  1. Escuchemos con atención amplia las necesidades y retos de los ciudadanos del entorno de la biblioteca, especialmente las de aquellos que no vienen: sepamos sus porqués, sus valoraciones, sus lejanías… La biblioteca parte de los ciudadanos: algo tan obvio parece poco frecuente.
  2. Repito lo del equipo: quien escucha es el equipo de equipos para la inteligencia compartida, con atención implicativa del propio barrio, acogiendo a sus asociaciones, grupos y los movimientos sociales despertantes. Repito porque este mestizaje es nuclear.
  3. Articulemos la biblioteca, después, en torno a un valor cívico de marca diferencial, altamente ética y contemporánea: es nuestro corazón, eje y razón de existir público.
  4. Algunos ejemplos interesantes:

Barrio de los Álamos
compartimos la biblioteca
energía para la vida

Biblioteca del barrio Ciudad Vieja
los libros nos abren al mundo
futuro con más ideas

Barrio del Ensanche industrial
la biblioteca: nuestra casa común
libros como horizonte

  1. Dotemos al valor que nos posiciona de un pequeño relato de acción emocionante que cuente lo que somos, hacemos, haremos y los porqués: es nuestro padrenuestro que orientará nuestras decisiones y propuestas, repetiremos constantemente y estará siempre en lo que comunicaremos junto al valor de marca que indica sentido para una vida más intensa y abierta.
  2. Después,  comuniquémonos  amable y sugerentemente con los ciudadanos a través de un lenguaje directo, invitativo, vitalista, con imágenes emocionantes, incitantes, cada mes: una postal en casa me parece una óptima opción.
  3. Usaremos, claro, las inmensas posibilidades de las nuevas tecnologías virtuales y sus redes, con acento del valor propio. No nos quedemos sólo en ellas porque informan mucho, pero necesitan el calor de la comunicación impresa y verbal directa: mutuamente se refuerzan y multiplican.
  4. Convirtamos la biblioteca en la marca/núcleo imprescindible para una plural multitud que la tienen por referencia en su vida, nos visitan asiduamente y nos recomiendan.
  5. Coordinémonos con las bibliotecas del entorno próximo, muy especialmente, para compartir, aprender y llegar como red a todos los ciudadanos con mayor impacto.
  6. Estemos propositivos en la red de los centros para la cultura de la ciudad, con énfasis.
  7. Imaginemos y avancemos futuro: las bibliotecas tienen un largo recorrido porque son espacios públicos para ideas de valor cambiante junto a la vida de los ciudadanos a través de los libros impresos, legibles desde las nuevas tecnologías y la pluralidad de acciones que surgen a su alrededor si hay equipo.

D) Buena suerte, bibliotecas de proximidad

Lo que he apuntado conforma un cañamazo actual, innovador y confiado para repensar una biblioteca pequeña, mediana o grande de un barrio, ciudad o pueblo. Dependerá del entorno ciudadano, del enfoque de marca de la ciudad, del gobierno, de la experiencia de la propia biblioteca… el que su reinvención – que a menudo es impredecible – tome una forma u otra. Porque lo que aquí presento no es una receta homogénea: es un modelo para trabajar en las bibliotecas públicas liberadas de garras burocrácticas y tornillos partidarios, tantas y a menudo tan sutiles. Bibliotecas que por pequeñas que sean, cuando así funcionan, son igual – o más – importantes que la red de centros despampanantes para la cultura de la ciudad, aburridos museos grandilocuentes o espacio para la ópera costosísimos y puro espectáculo prescindible. No es que lo crea, es que lo he experimentado en bibliotecas que funcionan extraordinariamente con ánima ciudadana.

La red de bibliotecas de la ciudad debe funcionar desde una gran biblioteca central y una de mediana por distrito, para terminar en bibliotecas de barrio que jamás deben ser chiringuitos: espacios con una arquitectura contemporánea sostenible y un diseño de servicios de alta calidad para la cultura desde la proximidad.

En este viaje para la Alejandría de la inteligencia en cada pueblo, barrio y ciudad, buena suerte. Para emprenderlo con entusiasmo aprendamos de las bibliotecas de nuestras ciudades y pueblos, buenísimas y pasémonos por Finlandia para conocer cómo han logrado que los ciudadanos lean 47 libros al año frente a los 10 de aquí.

Toni Puig

www.tonipuig.com

Barcelona, otoño 2014

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